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Baker &McKenzie fue el primer despacho anglosajón que desembarcó en España, hace ya cincuenta años. De origen estadounidense, hoy se define como un despacho global, aunque a José María Alonso, socio director y presidente de la oficina de Madrid, le gusta recalcar que también es una firma española.

Sin embargo, ve más complicado el proceso a la inversa. En su opinión, los despachos nacionales tienen pocas posibilidades de llegar a ser globales. Señala que «no se trata de un problema de capacitación», más bien todo lo contrario. De hecho, hace hincapié en que «los abogados españoles están entre los mejores del mundo» y pueden competir sin complejos con los británicos o los estadounidenses.

Pero en la ecuación para que las grandes firmas españolas lleguen a ser globales ve varios problemas. En primer lugar, considera que «el derecho español o continental no es exportable», mientras que el derecho británico o el estadounidense tienden a copar el mercado internacional, sobre todo en el mundo de los negocios. Por eso, «los despachos globales son todos anglosajones».

También influye el hecho de que las empresas norteamericanas fueran pioneras en dar el salto al otro lado del Atlántico, creando grandes multinacionales que conquistaron los mercados exteriores acompañados de sus abogados de cabecera. Ése fue, por ejemplo, uno de los motivos por los que la primera oficina fuera de EEUU de Baker se abrió en Venezuela. Y por lo que el despacho se fijó en España hace ya medio siglo. Primero en Madrid, y después en Barcelona.

Desde entonces, han sido muchos los despachos anglosajones que han desembarcado en nuestro país y, aunque hay quien cree que con la recuperación podrían llegar algunos más, Alonso considera que «el mercado está bastante tranquilo y no veo que vayan a venir nuevos operadores», al menos, a corto plazo. «No necesitan abrir una oficina en España para estar presentes en el país», apunta.

Eso no quiere decir que no estén interesados en trabajar en operaciones en el mercado ibérico. Más bien todo lo contrario, sobre todo ahora que se empieza a apreciar la recuperación. El socio director de Baker &McKenzie en Madrid confirma la buena evolución de la economía española y el repunte de la actividad en mercantil. Incluso señala que, a diferencia de otros años, «los clientes no dejan de plantearse operaciones por el temor a una inestabilidad política justo antes de unas elecciones».

Por eso, considera que «el componente psicológico en las decisiones empresariales es muy importante» y ahora se percibe desde un prisma muy optimista. Sin embargo, Alonso prefiere mantener la cautela: «Ni antes estábamos tan mal, ni ahora somos el paradigma de las economías europeas; se están haciendo bien las cosas, pero hay que verlo con moderación».

Economía real
El abogado identifica tres etapas claras que se han producido durante la crisis. Una inicial, en la que los inversores oteaban el mercado, pero sin cerrar operaciones. Después llegaron los fondos oportunistas en busca de gangas.

La tercera fase, en la que estamos inmersos actualmente, se define por la vuelta de los «inversores interesados en el sector industrial, es decir, en la economía real».

Además, también se ha producido un cambio de tendencia en el flujo de capitales. «Estábamos acostumbrados a referenciar trabajo desde España a Latinoamérica, pero ahora es al revés», apunta. También está aumentado el interés de los inversores del eje Asia-Pacífico, especialmente de China.

En cuanto al destino de la actividad española, Alonso señala que, además de los mercados tradicionales, como es Latinoamérica, «las empresas españolas están dirigiéndose a mercados más sofisticados, como es el estadounidense o el australiano».

En su opinión, «la obligación de internacionalizarse ha sido una de las grandes lecciones de la crisis».

«Los tribunales son respetuosos con los laudos»
Además de socio director y presidente de Baker &McKenzie en Madrid, José María Alonso es un experto en materia de arbitraje y es presidente de honor del Club Español del Arbitraje. Por ese motivo, se muestra preocupado sobre la reciente decisión del Tribunal Superior de Justicia de Madrid de anular un laudo arbitral por una cuestión de fondo. Insiste en que un arbitraje puede ser revisado y anulado por un tribunal siempre que haya algún defecto o problema en el proceso, es decir, en la forma, pero «está consagrado que los laudos no son revisables por cuestiones de fondo». Aun así, señala que se trata de un hecho puntual, ya que «la inmensa mayoría de las decisiones de los tribunales son respetuosas con los laudos arbitrales y seguro que va a seguir siendo así». Sin embargo, eso no quita para que la decisión del TSJM haya hecho daño a la imagen de Madrid en su esfuerzo por posicionarse como una corte internacional de referencia, ya que se trata de un sector de alta competencia entre las diferentes plazas que albergan cortes arbitrales.